San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, estuvo un día en Sevilla durante la Semana Santa, y quiso ver una procesión, para rezar. Se conmovió profundamente con la devoción de la gente, y allá se quedó, metido en su oración, sin darse cuenta de quien estaba a su alrededor. Y contaba: Me fui a la luna. Viendo aquella imagen de la Virgen tan preciosa, ni me daba cuenta que estaba en Sevilla, ni en la calle. Y alguien me tocó así, en el hombro. Me volví y encontré a un hombre del pueblo, que me dijo: “Padre cura; “¡ésta no vale na! ¡La nuestra es la que vale!” De primera intención casi me pareció una blasfemia. Después pensé: “Tiene razón; cuando yo enseño retratos de mi madre, aunque me gustan todos, también digo: éste, éste es el bueno”.
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