La seducción del fuego
Sagrado y diabólico, infernal y divino, el fuego hechiza y devora. Una zaraza ardiente sedujo a Moisés. Era la pasión de Dios por liberar a su pueblo. Y con fuego selló en el Sinaí la Alianza.
En el bautismo de fuego nacen los hombres nuevos. ¡Fuego del Espíritu que devora y seduce! Llamas de amor viva, para posarse en el pensamiento del hombre, para encender la palabra en la boca de los profetas. Fuego que hace brillar los ojos enrojecidos de amor y de ira; fuego que apasiona el corazón y las entrañas. Fuego en los labios del Creador cuando soplaron el barro y besaron al hombre. Fuego de creación que enciende los atardeceres y embruja de colores el paisaje y enamora el alma para la fiesta del encuentro.
Fuego de creación guardado en la noche para encender el alba y llenar de luz el nuevo día. Fuego oculto celosamente en el seno de la tierra y brillante allá arriba en las estrellas. Fuego que arde en los labios de la esposa, y en el cuerpo de una virgen, y alumbra los sueños del poeta, del genio y del santo, y templa el alma para la lucha y el martirio. Y fuego humilde en la cocina que reúne a la familia y la descansa de fatigas (Mario).