La Eucaristía no es un premio para los buenos, sino que es fuerza para los débiles, para los pecadores. Es el perdón, es el viático que nos ayuda a dar pasos, a caminar. En la fiesta del Corpus Christi tenemos la alegría no sólo de celebrar este misterio, sino también de alabarlo y cantarlo por las calles de nuestra ciudad. Que la procesión exprese nuestro reconocimiento por todo el camino que Dios nos hizo recorrer a través del desierto de nuestras pobrezas, para hacernos salir de la condición servir, alimentándonos con su Amor mediante el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre (Papa Francisco).
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